miércoles, 18 de abril de 2012

HISTORIA DEL FUNDADOR DE ARCOS-EL REY BRIGO


EL REY BRIGOR,EL FUNDADOR DE ARCOS DE LA FRONTERA,CADIZ



En Arcos de la Frontera, todo es leyenda, y así ha sido siempre, al menos desde su fundación por el rey Brigo, cuarto nieto de Noé, que habría llegado a estas tierras por mar, tras el Diluvio Universal a fines del segundo milenio antes de Cristo, un tiempo convulso en que la Península Ibérica estaba poblada por un mosaico de pueblos autóctonos que convivían con pobladores llegados de todos los confines. El lema que preside el escudo de Arcos: "Rex Brigus Arcibrigam Fundavit. Alfons Sapiens a Mauris Restauravit" ( El Rey Brigo fundó Arcos y Alfonso el Sabio la restauró de los moros)., confirman el orígen mítico de una ciudad que ha inspirado a poetas románticos como Fernán Caballero, que al verla como una"anciana y blanca dama" ponía de relieve esa unión mágica entre su pasado y su belleza.


Los cronistas nos ofrecen más datos, empezando por el Padre Carballo, jesuito erudito del siglo XVII, que en su libro sobre las "Antiguedades y cosas memorables.." relataba así la llegada del patriarca bíblico a la Península: "Partiose Noé de España para visitar otros príncipes, o Provincias de las que sus descendientes iban poblando por los mismos tiempos. Y Tubal, su nieto, habiéndola gobernado, y residió en ella ciento noventa y cinco años..."
Otras fuentes atestiguan que ya desde tiempos prehistóricos- el hallazgo de un hacha paleolítica y de fragmentos de cerámicas neolíticas confirman la antiguedad de sus primeros pobladores- y algo más tarde, en torno al 1100 a.de C., con la colonización fenicia de las costas de Cadiz, Arcos era un enclave muy codiciado por sus minas de hierro y cobre, pero sobre todo por su privilegiado emplazamiento natural defensivo, que llevó a los romanos a levantar un gran recinto amurallado del que se conservan vestigios en el barrio del Competa.


Su propio nombre, Arcos, deriva de las raiz latina "aerx-arcis", palabra que significa fortaleza en lo alto, atalaya altiva inmortalizada por otro gran escritor y viajero, Azorín, como un coloso de piedra amarilla sobre un río callado, lento: " Una meseta plana, angosta, larga, que sube, que baja, que ondula, de una montaña".
Sobre esta meseta sucesivamente repoblada, edificada, asolada y vuelta a edificar por árabes, normandos y Reyes Castellanos a lo largo de la Edad Media- Alfónso X el Sabio la conquistó definitivamente en el año 1264-, la Historia nos ha legado un espectacular conjunto monumental que hace honor a su mítico fundador. Tras su Reconquista, Arcos pasó a formar parte de la cadena de fortalezas establecida como parapeto cristiano contra las razzias musulmanas, adoptando por esa época su segundo apelativo " de la Frontera".


Convertida en núcleo principal de las posesiones de don Rodrigo Ponce de Leon, marqués de Cádiz y primer duque de Arcos (1493), la ciudad quedó vinculada a esta noble familia y al próspero comercio de Indias, sobre todo a partir del siglo XVIII. De este rico pasado conservamos un buen número de casas nobiliarias construidas alrededor del imponente castillo, erigido en la época del Reino de Taifa independiente por el príncipe bereber Ben Jazrum, entre las que cabría destacar las de los condes de Aguila y de Pedro Gamazo o el Palacio del Mayorazgo, rematado por un balcón panorámico porticado de tradición mudejar.


La iglesia fortificada de San Pedro, con su bello campanario de estilo neoclásico; la elegante fachada plateresca de la Iglesia de Santa María, pero sobre todo, las increibles perspectivas que ofrece el vertiginoso mirador de la Peña Nueva , en la Plaza del cabildo, sobre la vega del río Guadalete- escenario de la famosa batalla que dio inicio en el 711, a la conquista omeya de la Península,- vienen a subrayar ese papel de Arcos de la Frontera como balcón privilegiado de la Historia, que recibe cada año a legiones de turistas y que sirvió también de fuente de inspiración a otro valeroso "Rex Brigus" , el general De Gaulle, el cual escribió a la sombra de los naranjos que adornan muchos de sus rincones algunos de los pasajes más emocionantes de su inconcluso libro Memorias de Esperanza. Fue pocos meses antes de su muerte, ocurrída en noviembre de 1970, al cabo de su mágico periplo andaluz.

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