viernes, 27 de abril de 2012

UN CURA GUERRERO DE LOS QUE NO QUEDAN YA.


Busto del Padre Juan


En Arcos de la Frontera no hay estatuas ni monumentos en sus jardines. Las que hay, generalmente dedicadas a cantaores flamencos, se hallan sobre las aceras, a veces dentro de un pequeño jardincito y a la sombra de algún árbol.

Si algo llama la atención en el parque, a la entrada de la población, es precisamente esta carencia de monumentos en su interior. Por eso el que en uno de los parques urbanos exista un busto es toda una excepción y un reconocimiento a la labor social del homenajeado.

Este busto de bronce fue colocado en junio de 1993 y recuerda la figura de Juan Candil Ríos, párroco de Santa María de la Asunción a finales del siglo XX. Presbítero llegado de Espera dejó huella en la ciudad.

Era un cura guerrero, de esos que no se conforman con predicar la Palabra sino que además quieren que quien les oye tenga pan en la mesa. Aquí se le recuerda porque luchó, hasta conseguir, que los arcenses que vivían penosamente en cuevas recibiesen una vivienda digna. Es su hecho más sonado pero hizo mucho más, porque luchó contra la miseria que ahogaba a sus fieles.

Eso sí, a Dios rogando y con el mazo dando. Al mismo tiempo también se le recuerda por su gran devoción a la Semana Santa. Era la semana en que más alegre estaba, en que se le notaba más vivo. Tenía un fuerte componente religioso y cualquier detalle que pudiese aportar lo aportaba, por ello en todo lo relacionado con la basílica y su historia había que contar con él. No sólo por ser el párroco sino porque era el que más interés ponía.

Era un hombre sencillo, un poco tímido, enemigo de los actos rimbombantes pero tozudo como él solo cuando veía una injusticia. De ahí que por sus múltiples obras el pueblo de Arcos le conserve en su recuerdo con un gran cariño. Véase hasta qué punto se le quería, y se le quiere, que la comparsa carnavalesca local, le dedicó este pasodoble:

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